martes, 12 de marzo de 2013

1.1.- FINALIDAD DEL PROCESO DE ACABADO


El proceso de acabado de un mueble tiene como fin darle un aspecto agradable, al mismo tiempo que protege la madera contra la suciedad, el deterioro y las agresiones externas, como lo son la humedad, los productos químicos, etc.

            Por lo tanto, el acabado cumple una doble finalidad si bien la más valorada por los fabricantes y compradores de muebles no es otra que la de mejorar el aspecto de la madera, su tacto, color y apariencia.

            La de protección de la madera es menos valorada en el sentido económico, ya que siempre se aprecia más lo bello que lo útil, pero no por eso es menos importante.





FASES DEL PROCESO DE FABRICACIÓN EN LAS QUE SE REALIZA EL ACABADO

            Normalmente, y como su nombre indica, el acabado se realiza al finalizar del proceso de fabricación, si bien esto no es una condición indispensable, ni siquiera adecuada en el concepto de fabricación del mueble.

            El concepto de fabricación debe ser global, es decir, que aunque se realice por fases, desde el corte de la madera o tablero, hasta su mecanizado, montaje, etc.., la idea y la imagen de cómo debe estar terminado ha de estar presente al inicio y en el transcurso de todo el proceso, ya que como se irá comprobando a lo largo del curso, los defectos, errores y mala preparación de las piezas repercutirán en el acabado final.

            




CONDICIONES AMBIENTALES REQUERIDAS PARA EL ACABADO

            Es evidente que un acabado puede realizarse en casi cualquier condición atmosférica, pero también lo es que si queremos un buen acabado, que además sea rentable en términos económicos, y valioso estéticamente, ya tendremos que limitarnos a unas condiciones mínimas de trabajo.

            Hay que recordar que estamos tratando con productos químicos que tienen unas características agresivas y ciertamente peligrosas, contra os que debemos proteger tanto al operario que manipula estos productos, como al recinto de fabricación y su entorno, y que deberemos cumplir una legislación vigente tanto en materia laboral como de Medio Ambiente.

            Por lo tanto, se da por sentado que se realizará el acabado de acuerdo con unas condiciones básicas de humedad relativa, temperatura, ventilación y pureza del aire.

            La HUMEDAD RELATIVA es la cantidad de agua que admite el aire en forma de vapor o agua en forma de gas. Esta cantidad de agua que hay en la atmósfera está en función de la temperatura, siendo mayor la cantidad de agua cuanto más alta es la temperatura.

            Se le llama relativa porque a una determinada temperatura, el aire admite un número de litros de agua en forma de vapor, que es la humedad absoluta. Pero es posible que porque no haya agua que evaporar, por falta de lluvias, por estar en terrenos muy secos, la cantidad real que hay en el aire en ese momento y a esa temperatura sea menor.

            Esa cantidad se expresará en forma de porcentaje, es decir, la relación entre la que realmente hay en ese momento y la máxima que admite el aire a esa temperatura podría admitir antes de llegar al punto de saturación.



            EJEMPLO

            A 30º centígrados la cantidad de agua que puede contener un metro cúbico de aire es de 30 gramos. Medimos la cantidad que hay en un momento determinado a esa temperatura por ejemplo en Teruel, y vemos que es de 12 gramos. La humedad relativa se expresaría así:

            Humedad Relativa = Cantidad real que tenemos / Cantidad de aire que puede haber x 100

            En el ejemplo: 12/30x100 = 40 %

            Hay que recordar que en las regiones muy frías el aire se considera seco, es decir que tiene poco agua, y en cambio en las zonas pantanosas y cálidas el aire es muy húmedo. El ser humano lo nota en la cantidad de sudor y la sensación de sed.

           En las zonas pantanosas, cuando hace calor el sudor nos empapa el cuerpo. La razón es que nuestro organismo evapora con el sudor agua para regular su temperatura interna, y el sudor al llegar al exterior y no poder evaporarse por no admitir el aire más agua, se deposita sobre nuestra piel.

            Otro indicativo de la humedad ambiental es la sensación de sed, que notamos en zonas montañosas o climas secos, incluso cuando hace frío. La razón está en que nuestro organismo necesita aporte húmedo para regular su nivel hidráulico con el del ambiente exterior, si ese ambiente tiene poca humedad la evaporación que se produce desde nuestro organismo es más rápida, por lo que tendremos sensación de sed, indicador de que necesitamos reponer el líquido que hemos perdido.

           Otro factor de suma importancia, es la temperatura de trabajo.

            Una temperatura óptima es la que oscila entre los 18 y 22º Centígrados, pero  no siempre podremos tener ese óptimo. Por lo tanto, debemos conocer que a menor temperatura, los secados, sobre todo los que se efectúan mediante reacción química, se ralentizan, e incluso a menos de 5 o 6 º C algunos productos como los poliésteres no llegan a endurecer bien.

            Cuando la temperatura es muy superior al nivel medio adecuado, por encima de los 26 o 28 grados, el proceso de secado se acelera y precisa de medios correctores para evitar problemas en el resultado final.

            Igualmente, la baja temperatura provoca problemas en el momento de la aplicación, sobre todo por la modificación de la viscosidad del producto, y la condensación del agua de la atmósfera sobre la pieza, así como el bajo rendimiento del operario.

          Las temperaturas altas en el momento de la aplicación provocan igualmente problemas de mala extensibilidad del producto a aplicar, defectos por evaporaciones rápidas, etc…

            La ventilación es adecuada por tres motivos:

-          La ausencia de toxicidad para los operarios
-          La correcta evaporación de los disolventes sobre las piezas.
-          La recuperación del nivel adecuado de disolvente y vapor de agua contenidos en el aire en el lugar de trabajo.

Los dos primeros casos son claros. Sobre el tercero, hay que decir que si en un ambiente vamos introduciendo cualquier gas, llega un momento en que saturamos ese ambiente y no admite más gas, por lo que nuevas aportaciones provocarían una condensación del mismo.

Imaginemos que en un recipiente vamos metiendo vapor de agua hasta el punto en que superamos la cantidad que admite el aire allí presente, es decir, llegamos al 100% de humedad relativa. La mayor introducción de agua provocaría que se depositara en el fondo en forma líquida. Es la base de las ollas a presión, si bien esta es una explicación sencilla para entender el fenómeno, aunque técnicamente no es del todo exacta, por que para que lo fuera deberíamos introducir el efecto de la presión sobre el sistema.



            Por último, hay que tener en cuenta algo obvio que es la pureza en los lugares de aplicación y secado.

            No se trata de montar costosas instalaciones de purificación de aire, sino de tener la precaución de que llegue filtrado. Los filtros son baratos, fáciles de limpiar y sencillos de instalar. Además debe existir una limpieza adecuada de forma que en el suelo o paredes no haya polvo y suciedad removida por la propia inercia del trabajo o la ventilación, quede en suspensión y se deposite sobre las piezas todavía húmedas, dejando un aspecto inadecuado.

            Es muy frecuente que en los lugares de trabajo y secado, se humedezca el suelo cuando se aplica el acabado para fijar el polvillo. También que se aísle la zona de acabado del resto de la fábrica, en especial de los lugares de lijado que producen mucho polvo.

   



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